María Florencia Sanicovich – Lic. en Psicología
Perfil público
En el marco de acompañamiento desde la Salud Mental en los tiempos de aislamiento social que nos toca vivir, acerco una propuesta aplicable a la convivencia en familias que tengan miembros diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista. Siempre considerando las características particulares en que cada vida familiar se desarrolla, es aconsejable tomar esta mirada como flexible y adaptable a cada tipo de vivenciar.
Las personas diagnosticadas con el síndrome, en el mejor de los casos, tendrán rutinas a las cuales están apegados firmemente para un mayor bienestar. Las condiciones de aislamiento pueden presentarse como palo en la rueda para este tipo de rutinas y actividades estructuradas en tiempos y espacios determinados. En estos casos, es recomendable seleccionar entre las actividades que normalmente se lleven a cabo fuera del hogar, aquellas que puedan adaptarse en mayor o menor medida a las condiciones de éste y respetando, siempre que sea posible, los horarios en lo que suelen estar estipuladas.
Si quienes se encargan del cuidado de estas personas no tienen conocimiento profundo de la trama de dichas actividades, de igual manera pueden proponérselas ya que es probable que ellos sí sepan de qué se trata y puedan iniciarlas o continuarlas sin grandes apoyos en la medida en que su interés y atención se los permita.
Esta propuesta resulta interesante para conocer otros intereses y progresos que tenga la persona con el síndrome. Y, por otro lado, si se decide llevar a cabo la adaptación de estas actividades, se puede ir intercalando con otras que tengan un grado de novedad tolerable por ellos y que impliquen la participación de otros miembros del hogar